con el corazón en la mano en el Museo de Malaga
- Inma GC
- 14 sept
- 2 Min. de lectura
El Museo de Málaga se convierte este verano en un espacio de resonancia visceral con la exposición Con el corazón en la mano. Anatomía y juicio, comisariada por Fernando Castro Flórez. Tomando como eje el célebre lienzo ¡Y tenía corazón! (1890) de Enrique Simonet, la muestra reúne setenta obras de veinte artistas andaluces que exploran la corporalidad, la identidad, el poder y la memoria desde lenguajes diversos: pintura, escultura, fotografía, vídeo, instalación e incluso performance.
La estrategia curatorial funciona como un contrapunto: Simonet aparece no como reliquia, sino como detonante. Su anatomía pictórica dialoga con piezas que cuestionan los cánones de género, desvelan estructuras de desigualdad y reinterpretan el cuerpo como territorio simbólico. Ángeles Agrela, Pilar Albarracín, Santiago Ydáñez o Juan Francisco Casas aportan perspectivas dispares, entre lo íntimo y lo monumental, lo irónico y lo trágico. El resultado es una coreografía de tensiones que obliga al visitante a preguntarse qué significa hoy tener corazón.
La exposición brilla por su coherencia interna: la alternancia de formatos y escalas genera un ritmo que evita tanto la monotonía como la dispersión. Quizá algunos visitantes menos familiarizados con el arte contemporáneo echen en falta mayor contextualización, pero el recorrido ofrece suficientes detonantes visuales y emocionales como para sostener la atención, y que cada visitante viva su propia experiencia y la exposición despierte en cada uno sus propios pensamientos.
El Museo de Málaga: una colección en diálogo

Para comprender la fuerza de esta muestra, es fundamental situarla frente al fondo permanente del Museo de Málaga. Su colección de Bellas Artes reúne piezas claves del siglo XIX, con especial protagonismo de la escuela malagueña y andaluza. Simonet comparte espacio con obras de Murillo, Morales o Pedro de Mena, además de presencias modernas como Picasso. Este acervo construye un relato identitario, a medio camino entre lo local y lo universal, que permite entender de dónde provienen ciertas sensibilidades que hoy se reactivan.
A ello se suma la imponente colección arqueológica, con más de 15.000 piezas que abarcan desde la Prehistoria hasta la época islámica. Mosaicos romanos, ajuares fenicios, restos paleolíticos o hallazgos de la Cueva de Nerja inscriben a Málaga en un linaje milenario. El visitante puede pasar de una tumba fenicia a una instalación contemporánea y reconocer que los dilemas sobre el cuerpo, la muerte o la memoria no son exclusivos de nuestro tiempo, sino constantes que atraviesan la historia.
Un latido entre pasado y presente
Con el corazón en la mano se beneficia de esta tensión entre lo antiguo y lo contemporáneo. No es una muestra aislada, sino un capítulo más en el diálogo entre la tradición pictórica, la arqueología de lo humano y los lenguajes críticos de hoy. Si algo demuestra, es que el Museo de Málaga no solo conserva, sino que también late: se convierte en espacio vivo donde el corazón de Simonet pulsa junto a las voces actuales que reclaman ser escuchadas.
Una exposición necesaria, vibrante, que coloca a Málaga en el mapa de las reflexiones contemporáneas sobre el cuerpo y el juicio moral. Un latido con ecos universales.











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